lunes, 9 de abril de 2012

Recién ahora puedo decir que me gusta el invierno y el verano. Cuando era chico existía la gran duda y rivalidad. Tal vez me gustaba el verano porque finalizaban las clases, nunca fui tan amante del estudio. Tal vez era porque veía a las personas más alegres, menos nerviosas, vacaciones, o tal vez solo sea que los mejores amores sucedían ahí, en secreto, y no en primavera, como tantos decían, una estación tan publica y poco discreta. Sea lo que sea, aprecio cada detalle del invierno también. Ya la primavera y el otoño no suceden.

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