Cuando te conocí
dí un movimiento brusco
lo que causó que mi reloj
se desprendiera de mi muñeca,
y que rozara mi mano,
cual caricia.
Y fue cayendo,
en cámara lenta reventó su vidrio
y el mecanismo se atascó,
removiendo las pilas por el gran impacto,
llevando las pilas a un lugar de uso nulo
dejándolo sin funcionamiento
Ahí estaba el crimen perfecto,
El hecho simbólico del suicidio del tiempo.
Una foto creada físicamente por mi memoria,
“02:37”
Esa era la hora que toda mi vida iba a recordar.
La hora en la que te había conocido había empezado a ser inmortalizada
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