El tubo de un teléfono público,
colgando,
tambaleándose de su cable,
a la tarde,
a esa hora donde es tarde,
pero todavía no es oscuro del todo,
los pueblerinos lo miran tambalear, mientras siguen sus caminos
de vuelta con las compras
del almacen en sus manos,
no se preguntan,
ni se mueren por saber
porque el tubo del teléfono
está colgando.
Ellos perdieron la intriga
que es algo así como perder la esperanza
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