domingo, 22 de febrero de 2015

Cerrar los ojos

Tuve que cerrar los ojos para empezar a verte, entonces vivía con los ojos cerrados, gracias a eso desarrolle un sentido para mirar el color de mi alma, aprendí a caminar mas despacio, se agudizaron mis sentidos. Cierro los ojos y puedo verte en mi patio, regando esas hermosas flores, esas flores que las cuidé para regalártelas, a las que le leía  Galeano todas las mañanas, les cantaba canciones de Elvis Presley por las tardes, a las que le hablaba de vos y tu belleza todo el día. Te conocen más que yo seguramente, y brillan, vibrando en colores violetas, amarillos, rojos, un arco iris en tu mano si quisieras. Todas las noches esperan a que llegue la mañana para que le lea un fragmento como por ejemplo: "Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende", todas las noches esperando la tarde para escuchar bellas melodías como por ejemplo:"falling in love with you", todas las noches esperando escuchar nuevas cosas de vos.  
  Te veo en aquella luciérnaga de domingo a las diez de la noche, ¿Recordás cuando vimos una en aquel día de campo? ¿Recordás que pensábamos que se habían extinguido?. Tu cara al verla, no me la puedo olvidar jamás, esos ojos estallaron en brillo más que un veinticuatro de diciembre a media noche. Yo tan inocente te pregunté - ¿Que depredador sería tan frío como para matar algo tan bello?, ¿sentirá la culpa de que nunca más sería contemplado por otro ser vivo, tan solo su estomago? Que egoísmo pensarlo de esa forma, agregué. Y vos, sin vueltas, me respondiste que todo el tiempo, sin culpa, extinguimos sentimientos, olvidamos miradas, borramos charlas y lo más terrible es que todos los días, sin darnos cuenta, matamos algo hermoso. 
 Te veo en ese café por la mañana, ese café que compré en aquel viaje a Colombia, estaba tan anonadado por tantos hermosos paisajes, pero sin embargo no podía despejar mi mente de vos, y todos los días buscaba lugares donde encontrarte más cerca, leía libros de escritores del pueblo, escuchaba música en vivo, en alguna estación de servicio, pero no, no había nada. Estaba convencido que nunca te iba a encontrar. Hasta que una mañana en el bar de la esquina un café de la carta me llamó la atención con su nombre. Se llamaba "Marxito" y se lo pedí al mozo, por curiosear. Al traerlo vi que estaba flameando, una llama perfecta. En ese momento me di cuenta que algo tuyo había dentro, el fuego que tenia dentro era casi tan intenso como vos, un café fuerte. Salí completo de ese bar, gracias a aquel café. Sentía que me había levantado con el pie derecho, la mano derecha, el mundo derecho. Supe que estabas ahí, entonces te traje en un tarro grande de granos de café que compré. Y lo guarde, para que algún día, cuando te quedaras a desayunar, probaras un poco de lo que sos vos para mi.     
 Te veo en ese diente de león, que al soplarlo citábamos al principito, deciamos por ejemplo: "Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo que hacer" y casi sin saberlo creábamos recuerdos absolutos, marcados con fuego y agua salada. Atesorábamos el momento en el mismo momento. Brindamos por el futuro incierto, en ese lugar. En un momento agarré una ramita del suelo (de esas flexibles) y la uní de los extremos, formándose un circulo, fingiendo ser un anillo y te propuse nunca casarnos de la forma tradicional, que vos no eras mía, ni yo era tuyo, que la libertad no cancela al amor, que la única forma de amarnos realmente era más simple: amarnos día a día. Y aceptaste, sin dudar, sabiendo que no somos dueños el uno del otro, solo almas completas que caminan por un mismo rumbo. No nos necesitábamos, ni nos completábamos, porque ya estábamos completos, solo nos hacíamos bien el uno al otro, y con eso alcanzaba.        
 Te veo en aquellos charcos de agua creados por la lluvia de octubre, en los que solíamos saltar imitando a Julio Boca, o adentrandonos en ellos, casi ríos, con nuestras botas impermeables. Sabíamos que esos charcos podían tener dos metros de profundidad, sabíamos que en el caso que seria necesario nos íbamos a cuidar y salvar el uno al otro, siempre llevábamos un salvavidas en nuestros bolsillos. Estallamos de risa cuando nos tomo de sorpresa aquella tormenta en el medio de la plaza, estábamos tan distraídos con nuestras charlas que nos habíamos olvidado nuestros paraguas en el bar. Pero que vivo que nos hizo sentir esa lluvia. "Cantamos bajo la lluvia, como diría Sinatra"    
 Cada vez que cierro los ojos te puedo ver, es el motivo por el cual tengo el sueño tan profundo. Me como las uñas de las ansias, me paso la mano por el pelo hasta despeinarme, aprieto los dientes de abajo con los de arriba.  Escribo en pequeños pedazos de papel frases que nos decíamos como "Vos sos el mar, yo el sol y la unión de los dos es el amor", y los guardo en los bolsillos de mis camisas, o pantalones, para no olvidar. Juego con mi mente, porque se que pensaré que es algun billete de cinco pesos que quedó olvidado y  al ver lo que realmente es, sonreiré en el tren, o en el colectivo,  y me recordare a mi mismo lo tonto que soy.      
 Hay personas que son ligeras, pero hay otras que con tan solo un "hola" se incrustan en tu alma, como un agua viva que quema, pero no lastima.   Pero, para redondear la idea, a lo que quiero llegar con todo esto es que, al encontrarte en todos estos lugares, no solo te vi resplandecer ante mis ojos, si no que en un intento de escape, de buscarte y encontrarte, me encontré, me di cuenta que ese fue mi objetivo desde un principio. Ya no estaba solo, tenia la luciérnaga, el café, el diente de león. Deje de ir a las terminales de colectivos viendo a la gente ir y venir tan alborotada, encontrándose o dejándose. Aun lloviendo iba, y me podías ver esperando algo que nunca iba a suceder, lugar donde aprendí de mi soledad y de encontrar objetos en la oscuridad plena de mi mente, lugar donde decidí no estar solo nunca más.     
 Ya no era el hombre solitario en ese bar, tenía a mi lluvia que alimentaba a mis flores.


E.A

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