miércoles, 25 de julio de 2012

Ese día mire hacia abajo, y mordí mi labio inferior, muy fuerte, pero no tan fuerte como para lastimarme. Suelo tener un una manía, cuando me pongo nervioso me rasco con el dedo indice, mi pulgar, me doy cuenta recién a los tres minutos que lo estoy haciendo, y de inmediato lo dejo de hacer. Note su mirada muy ansiosa, y a la vez un poco nerviosa al notar que yo también lo estaba. Un pequeño temblor en sus parpados al cerrarlos, y en su boca al hablar. Busque en mi bolsillo alguna púa, yo sabia que en algún lado la había guardado. Son de esos objetos que siempre se pierden, y siempre los encontras. De cualquier forma, solo quería estirar un poco más el tiempo, no se porque cuando estoy con ella es difícil hacerlo, pasa tan rápido cada momento, que la unidad del tiempo no existe. Sonreí, y sin pensar, apreté el primer acorde, un SOL, las cuerdas vibraron tan rápido, que el sonido tardo menos de lo pensado en llegar a nuestros oídos. Cante su canción preferida, por primera vez, algo que venia soñando desde que la conocí mas o menos. A la mitad de la canción me di cuenta que no había abierto los ojos, así que los abrí despacio. La mire profundamente, cantábamos sincronizados, y recordaba cada uno de los momentos vividos, desde que me dijo su nombre, hasta las noches pasados de copas hablando muy cerca. Cada momento significaba mucho. Termine la canción y empezó a llover. Corrimos al árbol más cercano. Cada momento es oro, a veces esas cosas simples no se aprecian como corresponde. Gracias por cada momento

No hay comentarios:

Publicar un comentario