martes, 1 de diciembre de 2015

El rayo y el pararrayos

Ayer me asomé a la ventanita
donde te vi y me sonreíste,
pero no apareciste.
Y en ese momento
me di cuenta
que sos como un rayo,
nunca cae en el mismo lugar...
Ésto me hizo pensar
que haberte conocido
fue pura suerte.
Pero yo no creo en la suerte,
por lo tanto, creo que,
para que hayas aparecido el día en que te conocí,
debí haber sido un buen pararrayos.
La causalidad,
yo nací estático y vos vivaz,
y creyendo que
estos dos objetos nunca se iban a encontrar,
se chocaron una noche,
y fueron uno en un segundo.
Pero el rayo se fue,
y el para-rayos se quedó con algo dentro
que nunca pudo sacar.
El rayo no volvió,
el pararrayos siempre esperó

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