miércoles, 29 de abril de 2015

Despertar

Despertó de un mal sueño y ella ya no estaba, había signos de que desayunó unas galletitas y un te. No lo despertó para que desayunen juntos, le pareció raro, ya que siempre le pedía por favor que le de un beso de buenos días. No lo despertó para que le diga "adiós", entonces ahí empezó el problema, nunca cerraron la puerta.
 Al parecer, fue una noche más para ella, él se preguntaba, mirando toda la habitación, "¿Que dije de más?". La mal agradecida Actuó como si no hubiera pasado nada, como si arrancarse la piel fuera casi tan común como arrancarse la ropa. Y se llevó ese secreto que le confesó antes de que empiece a soñar.
 Ese día no se levantó, durmió del dolor, durmió horas, olvidó el orden cronológico de su vida. En un momento abrió los ojos, no supo descifra si era lunes o jueves, suelen vibrar de la misma forma.. 
 Siguió durmiendo, sin soñar por varios días, sin saber si eran las nueve de la mañana o las doce de la noche. Por su ventana escuchaba a la gente caminar, putear, a los perros ladrar, y si tenia ganas calculaba que mes era. 
 La ventana estaba tan perfectamente tapada que no veía el sol desde hace mucho tiempo, sus ojeras se volvieron más oscuras, la barba crecida, las uñas largas y sucias. Y él, aun sin levantarse, escuchaba al mundo girar.
 Cada tanto se escuchaba que alguien golpeaba la puerta, pero nunca se fijó quien era, "seguro son del trabajo, para justificar mis faltas". Y sonaba el teléfono unos cinco minutos, los cinco minutos más tortuosos de su día, dejaban mensajes preguntando si estaba vivo. Pero no eran las voces que esperaba oír, no era ella.
 No sabia cuanto tiempo llevaba en esa cama, mucho menos sabia si ella lo estaba buscando, no comió, se le notaban los huesos de las costillas. Solo podía pensar en que ella no solo tuvo el tupé de entrar a sus huesos, si no que los había quebrado por dentro, aun sabiendo que no le permitía la entrada a cualquiera. No solo los hizo polvo, si no que jamás había vuelto a curarlos.
  Esa mañana, que poco decía, pero mucho sabor amargo dejó, no lo despertó, y al irse sin despedirse le creó el problema más grande de su vida, porque esa puerta queda en la incertidumbre y no se cerrará jamás.
 Un día le quiso poner fin al asunto y decidió levantarse por primera vez, luego de varios intentos logro levantarse, pero cayó al suelo, y al caer pudo ver debajo de su cama, entre tela arañas, zapatos y comida, encontró un cuaderno rojo y dentro un lápiz. Agarró su dolor infinito, agarró el lápiz y empezó a escribir: "Despertar:Despertó de un mal sueño y ella ya no estaba, había signos de que desayunó unas galletitas y un te..."

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