domingo, 2 de noviembre de 2014

Los dedos señalando no te dejan escapar

Cuando eramos chicos solíamos, con mi primo, 
ir a la plaza de enfrente de la casa de mi abuela,
pasábamos tardes enteras jugando en las hamacas,
al fútbol,  andar en bicicleta,
hasta que un día encontramos una rana en una zanja,
y nos quedamos fascinados por el pequeño anfibio verde,

Siempre me gustaron esos bichos raros,
así que lo levante, lo tuve un rato en la mano
hasta que salto y la deje ir.

Desde esa vez, pasábamos las tardes de domingo
buscando cuevas donde se alojaban estos simpáticos animales,
poníamos agua en sus cuevas, hasta que salia,
los agarrábamos, y al rato lo soltábamos,
una tarde juntamos a diez de ellos,
la regla era "no lastimarlos"

Pasamos años, y nos volvimos unos expertos,
ya no confundíamos las cuevas donde dormían las arañas,
ni las lombrices
Hasta que un día, mi primo, tan curioso que era
saco un corta plumas, y dijo que quería abrir a la pequeña rana que habíamos cazado.
Me negué por completo.
Insistía, y yo le decía que no,
la solté, pero no llego muy lejos que el ya la había agarrado,
lo único que podía hacer en ese momento era alejarme y no ver.

Para suerte del animal, ese corta plumas 
estaba menos afilada que una cuchara,
y lo dejó ir.
Mis tíos y mi abuela se enteraron del suceso,
y todos, sin preguntar sacaron la conclusión
que el de la idea había sido yo, y todo ese pensamiento era sencillo:
Yo miraba películas de terror, por ende el morbo seguro lo tenia incorporado,
yo tenia armas de juguetes, y escuchaba esa música poco aceptada,
El era un chico de iglesia, que pocas cosas sus padres lo dejaban hacer,
imposible que a el se le ocurra tal atrocidad, seguro había sido culpa mía,
y sin preguntar, me señalaron como único culpable, como un hecho obvio de mi
"El le metió esa idea en la cabeza, el lo obligó a hacerlo"

Esto no es solo una de las mil anécdotas similares que un niño le pudo pasar,
pero me causa gracia el prejuicio de la gente, me causa gracia la iglesia y su religión,
me causa gracia la gente que se cree buena persona, la que cree tener el poder de juzgar,
los que te tiran piedras, los que discuten con la voz en alto,
los que mienten pero no les gusta que le mientan.
La multitud es eso, ojala nunca me consuma esa multitud
que poco coherente tienen sus planteos, y que el doble discurso le es natural

Yo solo era un niño de doce años
Tratando de divertirse,
Pero eso jamas lo vieron

No hay comentarios:

Publicar un comentario